lunes, 3 de noviembre de 2014

CUEVA DE OYAMBELTZA





 Hace ya tiempo que teníamos planeada la visita a esta cueva, ya que creo que resulta muy interesante. Para mí era la tercera visita. Aunque tuvimos alguna baja de última hora, el resto, ni cortos ni perezosos, estábamos frente a la gran boca de la entrada ajustándonos los equipos para bajar.




La cueva comienza por una rampa con bastante pendiente, en la que un buen rato nos acompaña la luz natural, hasta que en el fondo de la misma cambiamos de dirección y caminamos sobre unas galerías cómodas.







 Durante la bajada dejamos la conexión con el piso inferior. Enseguida entramos por un bonito “pórtico” a una pequeña sala desde la que subimos a ver una galería con fósiles. Ésta se subía cómodamente debido a la gran cantidad de escalones tallados, y la bajada sin problemas, como por un gran tobogán, que creo que no disgustó para nada a nuestros peques.
Y, por fin, para “sorpresa” de los presentes, la gatera con agua, sin duda el “momento álgido” de la cueva.





El que suscribe pasó primero, ya que alguno realmente pensaba que era broma, pero no, nada más lejos. Al final y entre risas, pasamos todos.



De aquí nos desviamos un poco para bajar por una “gatera tobogán” y salir a la sala del tobogán (no creo que haga falta explicar el nombre). Para llegar a la “salle des bauges”, quizás el sitio más interesante de la cavidad, debido a la gran cantidad de “camas” y zarpazos de osos de las cavernas. Estuvimos un buen rato viéndolas, eso sí con el máximo cuidado para no pisar ni estropear nada.



















Como ya era la hora, bajamos un poquito de la sala y sacamos los bocatas. Y ya que el personal quería continuar, seguimos un rato hasta ver un fósil de erizo que conocía de la anterior visita. Continuamos otro poco por la galería, volviéndonos en una zona un poco difícil para los peques, muy cerca del final de la cueva, eso sí, ante la protesta de alguno.
De vuelta una par de peques me hicieron subir con ellos por la “gatera tobogán”, pero bueno, he de reconocer que me animo rápido, y enseguida estábamos dispuestos a cruzar la gatera. Esta vez no había dudas, una saca chapoteó en el agua, y puso la gatera todavía más interesante. Vamos, que hizo que varios tuvieran su “gran bautismo” de barro.

     Ya afuera y entre risas quedaba la “foto del barro”.



Al final estuvimos 5 horas dentro y alguno no quería salir.
Creo sinceramente que todos guardamos un grato recuerdo.






Y es que Oyambeltza es mucho Oyambeltza.

P.D.
Esta cueva puede presentar varias dificultades para gente que no está preparada, por lo que no se recomienda su visita sino es con alguien que realmente lo esté. También es un sitio en el que hay que ser extremadamente cuidadoso y evitar que se note nuestra presencia.